miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL SECRETO DE SER FELIZ

Dr. Antonio Dubravcic Luksic

Busca en tu interior el ser de luz que eres.
Busca dentro de ti lo que es mejor para ti.
Aprende a conocerte, a saber quién eres, que deseas y que sientes.
Llénate de pensamientos positivos, has de ello un hábito y verás como aprendes a vivir cada experiencia como una oportunidad para crecer, para ser humilde y sabio a la vez.

Aleja de ti la soberbia, la vanidad y avasallar a otro para demostrar simplemente que tienes razón.
Ama tu cuerpo, porque alberga no solo tu mente sino que también es el refugio de tu ser, de tu espíritu y tu alma.

Aprende a dar con AMOR!!!!
Atrae lo mejor para ti, tu intención sobre lo que deseas, tu persistencia y tu fe, te mantendrán saludable, en paz y en armonía.

Controla tu ansiedad DIOS nunca se atrasa, todo llegará en el momento correcto, en el tiempo estipulado. Renueva tus esperanzas día a día y cuando sientas que no puedes recurre a tu DIOS, a tus ángeles, porque ellos están allí, siempre que los necesites están ahí y verás!!!! Cómo nuevamente te conectas con tu fuerza, con tus dones, tus cualidades, tu personalidad espiritual y tu misión. Descubre que todo lo que deseas está en ti, lo que deseas crear y pensar para ti, depende de tu voluntad y la fe puesta en ti mismo.

Atrévete a volar con tus propias alas…

Disfruta de las pequeñas cosas de la vida……Un cielo soleado, el aire acariciando tu rostro, la sonrisa y el afecto de todos los seres con los que te cruces, pon amor en todo lo que hagas y lo que digas…El universo y la abundancia que hay en él, es para ti, siéntete digno de poseerla, porque eres parte de la naturaleza desde tu origen!!!!

Sé que lo sabes! … pero debes valorarlo!

Entonces y solo entonces comprenderás que:

Algo has venido a hacer o a cumplir.
Algo está reservado para ti.

Algo se está gestando dentro de ti.
Recorre el camino de la vida, con la alegría y la Felicidadde saber que eres parte de la energía suprema que hay en el universo, que eres único e irrepetible y…

Recuerda:
Aquello que siembres, cosecharás
Aquello que des, recibirás
Aquello que pienses, se concretará
Aquello que sueñes, se hará realidad.

Por eso:
Sueña, atrévete a soñar!!!!
Ve donde quieras ir!!!!
Sé lo que quieras ser!!!!



martes, 27 de noviembre de 2018

HISTORIA DEL HOSPITAL "SANTA BARBARA"

Dr. Antonio Dubravcic Luksic


Desde hace más de cuatro siglos, el hospital "Santa Bárbara" viene cumpliendo en beneficio de la colectividad un servicio de salud inininterrumpido considerado como el decano  de los servicios médicos en todo el país y sin duda uno de los más antiguos y persistentes en América Latina.

 Recordemos en forma sintética algunos pasajes del hecho histórico que representó su creación, realizada el 1 de enero de 1559. Rendimos nuestro homenaje al Cuadringentésimo quincuagésimo noveno  aniversario de su fundación
 Con el propósito de preservar la salud y proteger el capital humano, en las villas y ciudades recién fundadas, una Orden Real dictada por el Rey Carlos V, indicaba: "Encargamos a nuestros virreyes, audiencias y gobernadores, que con especial cuidado, provean que todos los españoles, indios de sus provincias y jurisdicciones, se funden hospitales donde sean cuidados los pobres enfermos, y se ejercite la caridad humana…" Realizada la  fundación de  la Villa de La Plata, las autoridades procedieron a la distribución de solares pero no se destinó ningún  solar o sitio alguno para la edificación de un hospital
 Con anterioridad  a  esa resolución, los enfermos de la villa eran asistidos por los curanderos naturales (jampiris), o simplemente socorridos por los religiosos de los conventos existentes, donde se les proporcionaba algunos medicamentos
El filántropo Bartolomé Hernández. En 1554, se estableció en la Villa de La Plata don Bartolomé Hernández, próspero mercader y afortunado minero. En su domicilio organizó un albergue donde proporcionó a los enfermos hospedaje, curación y alimentación. Así este filántropo industrial fue el precursor del hospital.

Antes de su fallecimiento dejó en su testamento 2.000.- pesos corrientes, para que puestos a Censo los réditos obtenidos por esa suma de dinero, se continuara con ese piadoso servicio.
 Una vez sucedido esto y movilizado el vecindario de La Plata en todas sus clases, exigió a las autoridades que de una vez por todas, los enfermos fueran atendidos en forma eficaz y cristiana en un hospital, para cuya construcción se contaba con algún dinero fruto de las limosnas y donaciones.
Comenzaron las obras en 1559, fue el Cabildo Secular el que por la presión de una población cada vez más numerosa y al estar convencido que solo la puesta en funcionamiento de un hospital aliviaría la salud de los enfermos pobres, se acordó la ejecución de la obra en una memorable reunión que estuvo integrada por los miembros del Cabildo, el Alcalde Ordinario Martín Almendras y el Corregidor y Justicia Mayor señor Altamirano. En esa reunión se nombró a los Canónigos Miguel Serra y Juan Ramos como Mayordomo y encargado de la construcción del nuevo hospital que se edificó anexo a la Iglesia de Santa Bárbara, originalmente una Ermita.
Al cabo de cuatro años finalizó la obra, el año 1563. Como una curiosidad arquitectónica, apuntaremos que Diego Sayago, maestro de albañilería, fue quien ejecutó la obra de la "insigne portada" del hospital, "a manera y suerte" del dibujo que tenía en su poder el fraile franciscano Hermano Juan de La Fuente, uno de sus primeros administradores. A la conclusión de las obras referidas, fue designado como primer Mayordomo y Administrador el Bachiller Hernán Gutiérrez de Palacios.
El nuevo nosocomio contó con tres salas que en aquel tiempo se denominaban enfermerías. La primera tuvo catorce camas donde se curaban los españoles; en la segunda, con diez y nueve camas, se atendía a los indios y en la tercera con diez y seis camas, se curaba a los mestizos mulatos y negros.
Según el cronista colonial Vásquez de Espinosa en 1610 el hospital tenia una capacidad de 55 camas, para una población en la Villa de la Plata de 3.072 habitantes, distribuidos de la siguiente manera: 1.100 hombres y 1500 mujeres, 300 sirvientes, 140 mulatos y zambos y 32 esclavos negros.
El personal fundacional estuvo constituido por un médico, cirujano, capellán, barbero y un enfermero, además de unos indios yanaconas que servían a los enfermos y acudían a todo lo necesario.
El personal fundacional estuvo constituido por un médico, cirujano, capellán, barbero y un enfermero, además de unos indios yanaconas que servían a los enfermos y acudían a todo lo necesario.
 El hospital de Santa Bárbara fue atendido por los algunos frailes, el hermano franciscano Juan de la Fuente, natural de Toledo, habiendo ingresado en tres oportunidades al hospital, tuvo que quedarse sirviendo en él por mas de 20 años, construyó la enfermería, hizo una botica con todo género de medicinas, adornó las salas con pinturas, reedifico la iglesia de nuevo con un hermoso campanario, a esta época se refiere la  construcción de la portada que actualmente presenta el edificio. Juan de Vivaz, fue un hermano lego de la orden de san Francisco, que sirvió durante muchos años en el hospital. El Dr. José Colmenares médico del hospital, reemplazado por el Dr. Francisco Xavier Mosquera, natural de Málaga, fue nombrado médico titular del Hospital Santa Bárbara por los maestros del Real Colegio de Cirujía de Cádiz, en la misma  época Don Jaime Pérez, se recibió  el título de cirujano en Buenos Aires y fue nombrado  médico del hospital Santa Bárbara.
Torralli Cauchoin Chales Auguste (1790 – 1840) natural de Francia, fue Cirujano del Ejército del Libertador  Simón Bolívar. Durante muchos años, se desempeñó como cirujano del hospital "Santa Bárbara", luego fue designado Director, en el ejercicio  de esas funciones aplicó una serie de reformas, sobre la forma de curar las heridas, se dedicó íntegramente  a la reconstrucción del hospital transformando las covachas sucias y malolientes en amplias salas con buena ventilación. 
El Ministro del Interior Don Mariano Enrique Calvo (1834), con motivo de una visita a ese hospital manifestó: "que las reformas que se han realizado en el hospital Santa Bárbara en su mayor parte se deben a la actividad infatigable y ardiente celo que el Dr. Torralli ha consagrado a esta obra benéfica"
 
Diferentes instituciones religiosas tuvieron a su cargo la administración  del hospital Santa Bárbara:   los Religiosos Juandedianos (1664-1825), el Cuerpo Médico de la Sociedad Humanitaria San Vicente de Paúl (1863-1883), las Hijas de Santa Ana y por ultimo desde 1899 la orden de las Siervas de María se hicieron cargo  de la atención de los pacientes,. En la actualidad la administración se halla a cargo  de e la Alcaldía Municipal de Chuquisaca. El edificio tiene tres patios, el primero aun conserva su estructura renacentista junto a la iglesia, de cuya construcción queda el artesonado y la fachada, interiormente la iglesia presenta un estilo neogótico que data de 1887.
 El 21 de enero de 1899 Las Siervas de María tomaron posesión del Hospital y también del Manicomio “Pacheco”. Al cumplir 50 años de benéfica labor en Bolivia, en 1949, el Supremo Gobierno de la Nación, en reconocimiento a sus méritos les concedió la máxima condecoración boliviana, “La Medalla del Cóndor de los Andes”. Las Siervas de María, una institución religiosa muy apreciada y reconocida por la población.
 
 Con motivo de conmemorar los 434 años de la fundación del Hospital "Santa Bárbara" el Señor Ministro de Previsión Social y Salud Publica Dr. Carlos Dabdoub en representación del Señor  Presidente de la Republica , Lic. Jaime Paz Zamora, impuso la Condecoración  del "Cóndor de los Andes" al estandarte de ese nosocomio 
Han transcurrido 459 años desde su fundación hasta nuestros días, innumerables generaciones de médicos y estudiantes han trajinado por sus salas y patios coloniales, cual si fuera un libro abierto, han aprendido a curar las enfermedades, se han formado médicos, bajo la tutoría de la Facultad de Medicina dependiente de Tricentenaria Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca
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lunes, 26 de noviembre de 2018

EL TEMIBLE WILLKA

 Antonio  Dubravcic Luksic

En 1898 la oligarquía paceña comenzó a confabular para que la sede del Gobierno sea trasladada de Sucre a La Paz. Esgrimió, como fino pretexto, la idea de federalizar al país. Un paceño, el Gral. Pando, senador por Chuquisaca, se puso a la cabeza del ejército altiplánico y muchos sucrenses se presentaron como voluntarios para defender la capitalidad.
Varias fueron las escaramuzas en la más cruenta guerra civil boliviana. El 24 de enero de 1899 el ejército sucrense, a su paso por el pueblo de Ayo Ayo, dejó en la iglesia del pueblo a veintisiete heridos para su recuperación.
Los campesinos en número más crecido y capitaneados por Zarate Willka, se precipitaron sobre el pueblo, pensando hacer presa segura de todos los que se habían refugiado en el templo. Se situaron en las calles cercanas a la plaza, incendiaron seis o siete casas, robaron, destruyeron todo lo que encontraban a su paso y dieron muerte a algunos vecinos, entre ellos a Lorenzo Blacutt, Gregorio Luna y otros. Luego estrechando más el campo de acción, cercaron la manzana donde estaba la iglesia y la incendiaron íntegramente.
Los que estaban asilados en el templo, llenos de terror ante la magnitud del asalto, no supieron que hacer. Algunos de ellos, los más serenos, se situaron en la torre y desde allí empezaron la cacería de los sitiadores, a tiro certero, con el propósito de amedrentarlos y dispersarlos, mientras los otros, y los sacerdotes, oraban y pedían a la providencia los salvase de tan apurado trance. Pero los campesinos lejos de intimidarse, y enfurecidos más bien con la muerte de sus compañeros, y embrutecidos por el alcohol, prendieron fuego al templo y de una oleada derribaron la puerta. Se introdujeron allí, y sin oír nada, se apoderaron uno a uno, del coronel Jose Avila, del teniente coronel Melitón Sanjinés, del capitán Andrés Loza y de todos los que allí se encontraban, y los sacaron a empellones al cementerio, donde les dieron una muerte cruel y tormentosa.
Faltaban aun los sacerdotes. Don Juan Fernández de Córdova, capellán de uno de los escuadrones derrotados en el Crucero, don José Rodríguez, cura de Viacha y don Francisco Gómez, cura de Ayo Ayo, que había acudido al templo, en demanda y cuidado de los heridos, se había revestido de los ornamentos sagrados, teniendo uno de ellos, Córdova, la custodia del Santísimo Sacramento en la mano, se colocaron en el tabernáculo, creyendo que esta actitud seria respetada por la horda. Más todo era en vano. Los campesinos enfurecidos aún más y con la sangre hasta los tobillos, se lanzaron sobre los sacerdotes, los despojaron de sus vestiduras, y los condujeron también al cementerio, donde los victimaron igual que a los otros... No hubo piedad alguna con ninguno. 

Al caer la tarde, la turba comandada por Pablo Zárate Willka, rompió la puerta de la iglesia; un sacerdote R.P. Fernández de Córdova blandiendo el santo crucifijo les pidió paz en nombre de Dios. A este y a otros dos más, los llevaron a la plaza. Cercenaron la pierna de uno de ellos, le abrieron el pecho y extrajeron su corazón para comérselo. Después de descuartizar a machetazos a los otros dos curas, se dirigieron hacia el interior de la iglesia, envalentonados por su gran hazaña.
Los jóvenes universitarios sucrenses, vieron el avance inexorable de la muerte que ingresaba por la puerta destruida. Un indígena observó a un sucrense herido que yacía en el suelo, alzó la picota que portaba y clavó la punta afilada en su rostro. A otros les mutilaron los pies; luego, las manos antes de ser degollados. A los demás los llevaron hasta las vigas del templo para amarrarlos de los pies, quedando colgados boca abajo. Con sus cuchillos filosos, y con una precisión de expertos carniceros, les vaciaron todas las vísceras.
En el cementerio y en la puerta misma de la iglesia se veía un hacinamiento de cadáveres, descuartizados y horriblemente mutilados. Una escena de horror indescriptible.
Eran veintitrés cadáveres o restos de cadáveres de jefes antiguos y meritorios, de ancianos sacerdotes y de jóvenes distinguidos de la sociedad chuquisaqueña.

En el mismo cementerio, en la plaza y en las calles próximas, hallábase también tendidos más de ciento cincuenta indígenas muertos a bala por los que se habían encerrado en el templo.
Casualmente, el escuadrón Junín derrotado en Corocoro, llegó a las cercanías de Ayo Ayo, en los mismos momentos en que se realizaba la masacre, pero ignorando de estos sucesos, y no pudiendo entrar al pueblo por la actitud hostil de los del lugar, siguió su camino al cuartel general de Viacha.

Tres días después, apostó en Ayo Ayo el capitán general don Severo Fernández Alonso, a la cabeza de sus fuerzas militares... Encontró en el cementerio el hacinamiento de cadáveres en medio de charcos de sangre que ya empezaba a coagularse. Profunda-mente consternado ante este horroroso espectáculo, mando lavar y dar cristiana sepultura a aquellos restos humanos.
Luego vino un silencio fúnebre. El aimara de pura cepa, Zarate Willka, levantó su pie y posó su abarca ensangrentada sobre el pecho del cadáver más cercano. Ahíto de sangre y vísceras, esbozó una sonrisa y con su mirada torva escudriñó el cuadro dantesco. La faena fue perfecta. No entendía de federalismos ni le importaba la capitalidad, solo deseaba dar rienda suelta al resentimiento que salía del fondo oscuro de sus entrañas. La sinfonía de sangre había terminado; el festín fue del agrado de todos los comensales.
Zarate Willka, un individuo subterráneo y violento que encarna el odio y el racismo, no puede representar al  indígena paceño en un billete nacional. 

El Banco Central de Bolivia ha ofendido el sentimiento de todo el pueblo chuquisaqueño al homenajear a este siniestro personaje.