Dr.
Antonio Dubravcic Luksic
Ex
Becario en Israel
Quiero
contar la belleza de una ciudad que me impresionó profundamente, la historia de Jerusalem la Hermosa... En el año 1948.
Israel proclamó su independencia y los países árabes le declararon la guerra al
nuevo Estado. Al año siguiente se firmo un armisticio entre Israel y Jordania,
por el cual se dividió la ciudad de Jerusalem entre ambos países. La línea
divisoria atravesaba la Ciudad Vieja. Todo lo que se encontraba al oeste de
esta línea, es decir, toda la Ciudad Nueva, así como el Monte Sión, quedaba en
poder de Israel, al igual que el monte Scopus, que constituía un enclave
israelí en territorio jordano. Toda la zona que se encontraba al este del lugar
del armisticio, salvo el monte Scopus y la Ciudad Vieja, pasó a ser jordana.
Este período presencio algunos conflictos entre los países vecinos de
Jerusalem. Había zonas a lo largo de la frontera (como. Por ejemplo, el barrio
de Abu Tor) en las que las familias árabes y judías prácticamente convivían
como vecinos, pues la línea divisoria era una angosta calle, un pequeño muro o
una simple alambrada de púas. A cada lado, cada país siguió construyendo su
Jerusalem.
Del otro lado quedaba el Muro Occidental del
Templo, o Muro de las lamentaciones, el último vestigio que recuerda la antigua
gloria de Israel y constituye el símbolo de la fe de los judíos en la redención
de su pueblo. Es, por tanto, el sitio más amado y venerado por los hebreos de
todo el mundo. Este monumento símbolo y todo lo que él significa están tan
presentes en sus vidas que hasta hoy en día, en las bodas judías, un recuerdo
de la destrucción del Templo en la antigüedad. En la Jerusalem israelí surgieron
una serie de barrios residenciales y se construyeron varios edificios
gubernamentales.
La
Knésset (Parlamento) se terminó de edificar en l966 cerca se levantó la nueva
Universidad Hebrea. Después de la reunificación de Jerusalem, en junio de 1967,
se volvieron a utilizar los edificios de esta última, por lo que la Universidad
Hebrea cuenta en la actualidad con dos ciudades universitarias.
Luego
se construyo el Museo Nacional de Israel con sus salas de arqueología y de arte,
esculturas al aire libre, el edificio que alberga los Rollos del Mar muerto y
otros importantes manuscritos descubiertos hace relativamente poco tiempo.
También
se construyó el moderno
Hospital Hadassah. Donde se encuentra la facultad de
Medicina. Se erigieron escuelas, hoteles. Clínicas, centros comerciales y una
enorme sala de conciertos.
Reunificación.-
El 5 de junio de 1967 estallo la Guerra de los Seis Días, que daría lugar a la
reunificación de Jerusalem. Tres semanas después de la toma de la Ciudad Vieja
a manos del ejército israelí fue abolida la concurrida Puerta de Damasco,
frontera entre Jerusalem oriental y Jerusalem Occidental. Por primera vez en
casi dos décadas, sus habitantes tuvieron libre acceso a cualquier lugar en
ambos sectores de la ciudad. Con la caída de las barreras comenzó el tránsito
humano en las dos direcciones, interrumpido durante 19 años. Los judíos
pudieron contemplar nuevamente el Muro, acercarse a él y pronunciar una
silenciosa oración. En este momento, por primera vez en 19 siglos, se sintieron
nuevamente completos por que habían recuperado su antigua Jerusalem
entera.
Posteriormente
a la reunificación de Jerusalem se crearon nuevos barrios en la ciudad,
utilizando para su construcción o como revestimiento de todos sus edificios su
propia piedra. Se respetaba así una ley de la época del Mandato Británico,
adoptada por el moderno Ayuntamiento, que tiene como finalidad la conservación
de una de las características físicas más peculiares de Jerusalem: sus casas de
piedra de color ocre, típicas de Judea. ¡Y qué decir de la belleza de Jerusalem
cuando el sol se refleja en sus murallas, casas, en todas sus piedras Jerusalem rebosa brillo y quien haya visto al
astro rey saliendo o poniéndose sobre ella comprenderá por qué la luz ha jugado
un papel tan importante en el pensamiento religioso. Cada piedra, cada casa,
cada calle y cada paisaje tienen íntima correspondencia con la historia de cada
una de las tres religiones monoteístas: el islam, el cristianismo y el judaísmo
que han conformado el mapa actual tal y como lo conocemos hoy. Tal vez el
misterio de la ciudad esté en dos o tres imágenes fugaces que se ocultan debajo
de los sombreros de sus habitantes, sombreros judíos, solideos cristianos, el Fez
musulmán que viven en todas las mentes y se encuentran en todas las religiones.
El principal monumento de Yad Vashem es la
Cripta del Recuerdo (Ohel Yizkor), una austera estructura de paredes de
cemento, de cubierta baja, que se encuentra vacía a excepción de una llama
eterna. Sobre el pavimento de basalto negro están grabados los nombres de 21
campos de exterminio, campos de concentración y lugares de matanza nazis en la
Europa Central y del Este. Una bóveda ubicada frente a la llama contiene cenizas de las
víctimas. El Memorial de los Niños es un grupo escultórico que recuerda a los
niños judíos que perecieron (1.500.000
aproximadamente). Se trata de una gruta
subterránea en la cual las llamas titilantes de los cirios recordatorios se
reflejan hasta el infinito en pequeñas lucecitas que se destacan en la
oscuridad.
El Museo Histórico es el elemento central de
Yad Vashem, donde se expone la historia del Holocausto en forma cronológica a
través de fotografías, objetos, documentos y recursos audiovisuales.
Los
exploradores del siglo XIX trajinaban buscando fuentes, piscinas, canales
subterráneos de agua, algo que mojara las piedras. Se afanaban en la busca del
río, del río muerto que en otros tiempos atravesó Jerusalem. Y quienes pueblan
estas imágenes son los hombres. Jirones de todas las lenguas y culturas: judíos
del Asia Menor y del Yemen, de Turquía, de Rusia, Georgia y Polonia; sacerdotes
y monjes; griegos, armenios, marroquíes y etíopes; campesinas árabes y madres de
Salónica.
Sus
labios susurraron los versos bellísimos del salmo 137: «Si de ti, Jerusalem, yo me
olvidara! Sea olvidada mi diestra! Que se pegue mi lengua a mi paladar! Si de
ti no me acordara! Si a Jerusalem yo pusiera por encima de mi alegría».
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